CONVIVIR desde la ESCUELA
Llamó mi atención un artículo publicado hace algún tiempo en el periódico ABC de España, que leí en Internet, y que me llevó a reflexionar sobre la falta de propuestas en México para innovar el sistema educativo, especialmente en cuanto a un modelo que permita prevenir la violencia y, a la vez, mejorar la calidad educativa.
Se menciona que en el sistema educativo de Valencia funciona desde hace cinco años en los centros de esa provincia española un proyecto llamado "Observatorio para la Convivencia Escolar"
El Observatorio recoge información para analizar situaciones de convivencia en los planteles, y luego, previo análisis, define indicadores para medir esa convivencia escolar.
Para nuestra comunidad mexicana éste es un tema importante, en momentos que requerimos urgentemente de acciones compartidas entre el Estado, el sistema educativo y la sociedad; acciones que permitan detener y prevenir la alarmante situación de violencia generalizada que pareciera haberse estacionado en nuestra forma de vida.elementos que permitirían tanto resolver como prevenir problemas, incorporando innovaciones educativas a través del aprendizaje cooperativo en equipos, programas de práctica de valores humanos, y de forma muy especial, estrategias para que los niños desarrollen una consciencia colectiva de compromiso comunitario, tanto en primaria como en secundaria.
En nuestro país, la mirada ciudadana ha estado ausente en el tema educativo.A diferencia de los países desarrollados, los grupos económicamente poderosos no educan a sus hijos en el sistema público. Por eso, lo que ocurra o deje de ocurrir en las escuelas oficiales (la formación académica y humana de los niños mexicanos) tiene poca o nula relevancia para ellos.En el caso hipotético de que en México no existiera la educación privada, ¿estaríamos los ciudadanos tan indiferentes hacia los vergonzoso resultados de la calidad en la educación pública? ¿Permitiríamos que los recursos para la educación se manejaran como se manejan hoy, afectando a nuestros propios hijos?
Todos conocemos las respuestas a estas preguntas, pero pocos buscamos soluciones.
Pensemos en todos los recursos humanos que se desperdician ahora que se hizo evidente que cientos de maestros cobran varias plazas sin trabajarlas; en la poca información que tenemos los ciudadanos y los padres de familia sobre los problemas de convivencia de los niños en nuestras escuelas públicas, sembrándose actitudes violentas.Pensemos también en la indiferencia de los grupos poderosos por defender la educación pública y por exigir que el sindicato transparente su gasto corriente; que el Gobierno resuelva los problemas de calidad que ya tienen identificados, y que, cuanto antes, convoque a una nueva reforma educativa que diseñe estrategias para educar en la no violencia.
Hay que lograr soluciones que obliguen a los congresos a crear leyes que oficialicen educar con calidad y que prevengan los conflictos sociales que hoy todos, sin excepción, padecemos en México.
ANA SCHWARZ
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